miércoles, 20 de enero de 2016

Vida y arte



Fotografía: Miguel Morales


El arte imita a la vida. ¿O la vida al arte? Arte es lo que hacen los artistas -dice una de las clásicas definiciones con las que se intenta acotar este concepto. Al final, ¿alguien sabe qué es el arte? El siglo XX lo revolucionó. No solo por la irrupción de lo abstracto, aunque ahí empezó todo. Durante el siglo pasado se elevó a la categoría de arte lo que en tiempos anteriores discurría ajeno, o incluso enfrentado, a cualquier concepto artístico. Alguien tuvo que ser muy osado -y persistente- para entrar en una sala de exposiciones con aquel material. Hasta que, con el tiempo, el público terminó valorando aquella obra insólita, hoy plenamente acreditada y cotizada en cifras que dan vértigo.
Y volvemos a lo mismo. ¿Qué es el arte? Una pieza compuesta sólo con silencios, como el famoso 4:33 de Jonh Cage, ¿es música? ¿Y una sucesión de sonidos vibrando en la más absoluta atonalidad, ajenos a las leyes de la armonía? El violonchelista Pau Casals denostó el rock and roll -y no sabéis de qué manera: pero sin ese ritmo trepidante la historia de la música estaría incompleta, por más que le pese a Pau y a otros. ¿Y el hip-hop, en su doble vertiente grafitera y rapera? ¿Es arte recitar sobre un ritmo básico, casi tribal, y pintar con aerosoles paredes y vagones de metro? ¿Quién puede decir que no? 


Fotografía: Miguel Morales

Va a ser cierto que arte es lo que hacen los artistas. Y que la vida y el arte se imitan mutuamente. Los aborígenes australianos representan sus sueños sobre cortezas de árbol mediante pigmentos extraídos de las plantas. Y algunos cocineros de la nueva cocina imitan en el diseño de sus platos las pinturas expresionistas de Pollock y Rothko. A poco que te fijes te darás cuenta de lo difícil que es escapar del arte. Un cartón en la acera pisado y desteñido por la lluvia puede ser más sugestivo que un amanecer: depende, es obvio, del cartón y del amanecer; pero más aun depende de los ojos del espectador. Y en las últimas tendencias de la cocina se impone encabalgar los elementos, compactarlos en moldes, disponerlos en forma de volcán, regarlos con hilillos de algún vinagre exótico reducido... Como si el plato, además de resultar sabroso, hubiese de impactar visualmente. Os presento mi pictoescultura comestible, diría el cocinero, gozadla con todos los sentidos.


Fotografía: Miguel Morales

Las fronteras entre la vida y el arte no pueden ser más permeables. Hay arte en la mirada que aprecia una obra, tanto como en la obra que aprecia la mirada. Una persona, boquiabierta ante las hortalizas que los cocineros tailandeses suelen esculpir para sus platos, es captada por la cámara del fotógrafo y se convierte en arte. Arte es un plato de cocina, pero también el deleite del comensal al degustarlo. El vino sabe mejor en determinadas copas de cristal, y ciertos guisos de cuchara alcanzan su esplendor servidos en cazuela. El cristal y la arcilla, dirán algunos. Yo digo que los sentidos en bloque se apropian del momento sublime de la degustación y, con el concurso del vidrio y el barro, configuran la obra de arte en torno al hecho de comer y beber. Son la vida y el arte sin fronteras, desleídos el uno en el otro, como el café con leche, un cruce de miradas o el viento silbando en las copas de los árboles.


Fotografía: Miguel Morales


3 comentarios:

  1. Maravilloso artículo...cierto, vida y arte se imitan mautuamente, y a veces resulta complejo definir sus fronteras...o es innecesario hacerlo.Un abrazo.

    Pd: en tu Prosa hay verdadera Poesía.

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  2. No sé cómo, cuándo, dónde, Vida o Arte es lo que me acabo de topar en mi paseo por tu obra maestra.
    gracias.

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    1. Gracias a ti, Selena, por tu elogioso comentario. Un beso.

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